
Nuestro ego o personalidad está formado por una serie de pensamientos repetitivos, hábitos y conductas inconscientes automáticos y reacciones emocionales irreflexivas, a través de los cuales vamos creando nuestra experiencia de vida y que determinan nuestro grado de salud y bienestar. Cuando esta programación inconsciente es muy negativa, percibimos el mundo como un lugar hostil, sufrimos mucho en las relaciones y nos sentimos insatisfechos con nuestra vida, lo cual nos puede acarrear problemas de salud.
Mediante la meditación, lo que buscamos es dirigir nuestra atención hacia el momento presente, situándonos en el papel de observador imparcial, para darnos cuenta de estos pensamientos, emociones y comportamientos automáticos negativos y perjudiciales y así poder gestionarlos adecuadamente desde la conciencia. De este modo, vamos dejando de identificarnos con el incesante parloteo de la mente al servicio del ego y abrimos espacio para nuevas percepciones sobre nosotros mismos y la vida a través de estar presentes en el aquí y el ahora. Aquí comienza el camino de la autosanación a través de la conciencia.
Existen numerosas técnicas de respiración, relajación, mindfulness o atención plena y meditación que nos ayudarán a ir sorteando los obstáculos del ego y calmando la mente para ir abriendo un espacio interior de silencio y armonía, en el que seremos testigos imparciales, que nos servirá de refugio para recuperar el equilibrio mental, emocional y físico. Al cultivar este jardín secreto, llegará un momento en que ganemos suficiente control sobre nuestra mente como para mantenerlo también fuera del tiempo de meditación, en todos los momentos de nuestra vida.
Es decir, poco a poco borraremos la programación inconsciente perjudicial y la iremos sustituyendo por una programación consciente, benigna y autogestionada. Entonces lograremos una gestión óptima del estrés y llevaremos las riendas de nuestras relaciones y nuestra vida.
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